Todos hablamos con nuestra mascota,
el problema es que utilizamos lenguajes diferentes.
¿Sabes comunicarte
correctamente con tu animal de compañía?
Todos los animales son capaces de
comunicarse entre si. Es posible que en alguna ocasión un animal se haya
comunicado contigo, ¿recuerdas cómo lo hizo?. Sin miedo a equivocarme, puedo
asegurar que utilizó el lenguaje corporal para transmitirte la información.
Este tipo de lenguaje, aunque desconocido para parte de la población humana, es
de gran importancia ya que mediante la vista los animales reciben la mayor
parte de la información (¡Más del 50%!) en un encuentro con otro animal. La
comunicación no verbal está formada por actitudes, gestos, posturas,
movimientos, etc. La mayor parte de ellos se emiten de forma inconsciente. La
quinesia es la ciencia que estudia el lenguaje corporal, es decir, el
significado expresivo y comunicativo de los gestos y movimientos corporales.
¿Quieres comprobar personalmente la importancia del lenguaje corporal? Prueba a
ver una película sin sonido, es muy probable que seas capaz de seguir el
argumento a partir de lo que observas.
Algunos gestos son comunes para la
mayoría de las especies, por ejemplo, un contacto visual prolongado acompañado
de rigidez corporal indica agresividad. Pero hay otros muchos gestos que pueden
tener significados diferentes según la especie y la situación, por ejemplo, si
una persona bosteza con frecuencia puedes entender que está cansada o aburrida.
Pero si un perro bosteza con frecuencia está expresando que está nervioso.
Durante años los humanos hemos
aprendido a escuchar e interpretar el lenguaje verbal y hemos perdido la
capacidad para observar y descifrar estas señales de comunicación. Por ello,
las relaciones entre la mascota y el propietario, en ocasiones, pueden no ser
tan placenteras y armoniosas.
Los perros y los gatos llegan a
asociar unas cuantas palabras con conductas determinadas, pero realmente, es
nuestro cuerpo el que se comunica con ellos. Si aquello que expresas a través
del cuerpo contradice aquello que dices con palabras, entonces estás
transmitiendo un mensaje confuso que puede dificultar mucho su comprensión.
Como por ejemplo, si dices el comando «Sienta» pero lo acompañas de una postura
corporal inclinada hacia el animal y con la mano estirada, tu mensaje verbal
comunica una orden de poner el culo en el suelo pero tu lenguaje corporal
invita al juego. Por ello hay que ser consciente de lo que está comunicando
nuestro cuerpo en cada momento y aprender a emitir mensajes corporales y
mensajes verbales coherentes. De esta forma conseguiremos mejorar nuestra
relación y nuestra comunicación con nuestro amigo peludo.
Tu perro y tu gato pasa las 24
horas al día observando su entorno, relacionando cada uno de tus gestos con una
situación, tus hábitos, tus preferencias, etc. Por ello llegan incluso a
anticiparse a algunas situaciones, por ejemplo, tu perro te espera en la puerta
de casa antes de que te hayas puesto las zapatillas o tu gato te espera en su
comedero desde que entras en la cocina en dirección al armario donde guardas su
lata preferida.
Te propongo un experimento: durante
una tarde no utilices el lenguaje verbal con tu mascota, utiliza únicamente el
lenguaje corporal para comunicarte con ella. Tienes que prestar atención a la
postura, el movimiento de brazos y piernas, tus gestos faciales… ¿Te entenderá?
Para transmitir un mensaje puedes
ayudarte de las manos, como instrumento de comunicación, al igual que los
animales aprenden a asociar las palabras con conductas concretas, pueden
hacerlo de igual forma con gestos del cuerpo o las manos. De hecho, realizar un
gesto determinado refuerza el mensaje verbal que emitimos.
Los animales no entienden el
significado de las palabras si no que, como ya he explicado, crean asociaciones
entre palabras concretas y conductas. Para ellos es más importante el sonido
que la palabra, es decir, la entonación, ritmo e intensidad de la voz. Prueba a
recompensar una conducta diciendo «Muy bien» o «Bravo» con un tono de voz grave
y realizando gestos bruscos, seguramente, el animal esté confuso y no entienda
correctamente el mensaje de recompensa.
Todos los animales tenemos nuestros
territorios muy bien delimitados. Por ejemplo, las personas tenemos una zona
donde tan sólo permitimos que se acerquen conocidos muy próximos (familiares,
amigos íntimos, etc.), una distancia que permitimos a personas conocidas pero
de un entorno laboral o social no muy próximo y un territorio para personas
desconocidas con las que tenemos que interaccionar, por ejemplo, peatones en
una vía pública.
Nuestros animales de compañía
tienen otras necesidades sociales, por lo que la forma de distribución del
territorio es diferente a la nuestra. Por ejemplo, los gatos son animales
solitarios, en la naturaleza sólo aceptan en tu territorio a hembras y crías en
época de reproducción. En cambio, los perros son animales sociales, aceptan con
agrado compartir su territorio con miembros de su grupo social. Cada individuo
nuevo en el grupo debe realizar un periodo de adaptación progresiva. Es importante conocer el territorio
de cada animal para poder establecer una relación segura y de calidad.
«Es imposible no comunicarse, ya que se habla aún cuando no se dice nada» Paul Watzlawich, psicólogo.
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